En estas épocas digitales la verdad ha pe menos la verdad basada en la rigurosidad, en las fuentes confiables y en el cruce de información. La veracidad que buscaban los periodistas. La audiencia ya no busca la verdad en los medios informativos, ahora la buscan en las redes sociales. Es decir basan una verdad en su certeza.
Ahora el usuario – periodista cruza fuentes con usuarios de Twitter, lo corrobora con gráficas artesanales y anónimas de Facebook y lo contrasta con audios de Whatsapp. Finalmente, su verdad es construida por la ratificación del algoritmo de Facebook que te dirá lo que quieres ver y escuchar. Es decir la verdad es una posverdad y la pos verdad es una mentira emotiva.
En este contexto el único camino de los medios de comunicación es, ahora más que nunca, construir una verdad confiable y creíble. Y la labor de los periodistas es ser profesionales de la veracidad. Una verdad rigurosa, una confirmación contrastable y una certeza investigada. Un periodista no puede basarse en un fake news para iniciar un reportaje y aún menos corroborar su historia en base al rumor de los usuarios en Twitter y Facebook.
Así la verdad sea dolorosa para un país, los periodistas no podemos doblegarnos ante una mentira, por más que esa calumnia sea tan atractiva y viral en redes sociales. Una falsedad nunca se convertirá en verdad por más que sea trending topic, viral y spam. Si un periodista hace su trabajo alrededor de una información y la pública, eso se llama informar y no filtrar. Los fake news y rumores se filtran, las noticias se publican.
Así Perú quede fuera de un mundial, así nuestro mejor jugador no juegue más. Ahora más que nunca los periodistas deben defender su labor: buscar la verdad. No importa el apaleamiento en redes, ni las amenazas por whatsapps y aún menos los mensajes de traición vía comentarios spam. Después de todo lo jugado, la verdad siempre verá la luz.
Invasiones Bárbaras 